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domingo, 29 de abril de 2012

Ante la crisis de la Monarquía: III República Burguesa o I Republica Socialista


Los sucesos en Botswana han vuelto a sacar a la luz los trapos sucios de la monarquía española. La prensa nacional e internacional (veanse las noticias sobre el Rey en The New York Times) se ha hecho eco de las críticas que se han planteado al rey y su séquito.

Claramente esta presión, junto a la indignación por parte de los trabajadores de este país que ve como se dilapida el presupuesto en caprichos, ha provocado una reacción “inesperada” como ha sido la “rectificación” por parte del monarca. Tenemos que decir que, a diferencia de la actitud chulesca que ha tenido con sus opositores, destaca la imagen más débil; que no humilde y honesta; en la que se encontraba.

Ante los procesos abiertos contra la institución como es el caso Urdangarín, en el que el punto de mira no sólo está en Iñaki sino en el propio rey y la infanta Cristina, y los escándalos como el de Juan Froilán; la posición de la monarquía es más débil que antes.

No es casualidad tampoco como la clase dominante española defienda a la Monarquía. Gracias a ella, después de la Transición, ha conseguido uno de los mayores períodos de estabilidad social. Pero no solamente eso, la monarquía ha jugado un papel importante en garantizar que las empresas españolas continuaran su expansión por los 5 continentes. ¡Que pena que no haya ayudado al pueblo en estos años!

Por estas razones, ante la crisis del sistema capitalista, los empresarios mantienen fe ciega en el Rey y su institución. Un clavo ardiendo que, en un momento determinado como ocurrió en los años 30, podrían perfectamente soltar ante un auge mayor de las movilizaciones. En tal caso apostarían por una República burguesa que mantuviera sus intereses. 

De hecho, de forma errónea y siguiendo una concepción etapista, muchos grupos alternativos plantean la idea de la III República en abstracto sin ningún programa concreto de reivindicaciones por lo que en realidad sería una república burguesa. Es un paso adelante con respecto a lo que ha planteado Tomás Gómez o Rubalcaba; pero insuficiente ante los trabajadores.

Mas, a diferencia de los años 30, el margen de acción que la burguesía tiene primero para conseguir dicha republica y posteriormente para mantenerla es muy pequeño. La crisis del sistema capitalista ha provocado que hasta la republica más democrática tenga que hacer recortes para mantener los beneficios de una minoría.

Queremos que la República valide su nombre de forma auténtica. Que la gestión de la economía sea dirigida democráticamente por la mayoría y no por la minoría. Queremos que la República esté en servicio de la mayoría y no de la minoría; en definitiva queremos una República Socialista que contenga las reivindicaciones de la clase trabajadora. 

Para ello, más necesario que nunca, es olvidar a los quemados y oportunistas a un lado y pensar, al igual que luchar, por un programa alternativo que permita a la clase obrera salir del pozo de la crisis. Empezando por la necesidad de la expropiación de los medios de producción bajo control democrático de los trabajadores, eliminando el Ejército sustituyéndolo por el pueblo en armas, constituyendo consejos obreros en cada fábrica, empresa y centro de estudios... vamos un programa marxista.

Cuando personas oportunistas como Carlota Leret O'Neill se pavonean en un congreso llamando a "una republica de iguales" sin decir en que debe consistir y sin luchar por dicha republica en su país... ¡y encima gente que se autodenomina "comunista" la aplaude! Es que tenemos un problema en la definición de qué República queremos.  

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